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sep

Lugares comunes: Palau de la Música Catalana

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El encanto de la belleza estriba en su misterio

Existen dos salas de conciertos que siempre han tenido la capacidad de conmovernos especialmente. Éstas han conseguido, con alevosía y en más de una ocasión, ponernos el vello de punta, estimular nuestros cinco sentidos y hacernos vivir experiencias musicales memorables.

La primera se encuentra en París y es conocida como el Palais Garnier. La amplitud y la suntuosa homogeneidad de sus “foyers”, que invitan a trasladarnos con la imaginación a los entreactos de  épocas pretéritas, contrastan con el tamaño y la originalidad de su sala de espectáculos, cuyo plafón decorado por Marc Chagall se nos antoja santuario contemporáneo. Su enigmático atractivo se fortalece cuando se conoce que su construcción hubo de ser interrumpida, al encontrarse cuevas con aguas subterráneas durante las excavaciones, hecho que sirvió para que Gastón Leroux escribiese su novela “El fantasma de la Ópera”

El Palau de la Música Catalana en estado de gracia

La segunda es el Palau de la Música Catalana: un espacio en estado de gracia, tocado por la genialidad y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Situado en el barrio de la Ribera de Barcelona fue proyectado por el arquitecto barcelonés Lluís Domènech i Montaner, uno de los máximos representantes del modernismo catalán, e inaugurado en 1908.

A lo largo de estas últimas décadas BCN Mapped Out ha sido testigo de eventos musicales tan meritorios como memorables.  Sentados en nuestras butacas, siempre nos ha parecido que tiene algo de logia: un encanto misterioso que parece envolverte para murmurarte secretos al oído.

Entre sus paredes hemos escuchado a artistas como la gran Chavela Vargas riendo sus penas hasta las lágrimas, a la genial Melody Gardot con sus gafas de sol susurrando cadencias de jazz, a una Tracy Chapman desgarrando el espacio con su tonalidad de voz otoñal o a las virtuosas Cecilia Bartoli y Magdalena Kožená dispuestas a desafiar los límites de la voz con los incontables matices de sus registros.

El Palau de la Música excede encanto cuando, a la espera del inicio del concierto, vemos la progresiva degradación de la intensidad de luz a través de sus inmensas vidrieras, como si el comienzo del espectáculo estuviese compinchado con la naturaleza; conmueve ver como el escenario enmarcado por ilustraciones escultóricas espectaculares, con su emblemático y majestuoso órgano al fondo, envuelve al artista; apabulla sentir la fuerza del busto de Ludwig van Beethoven sobre unas columnas dóricas que sostienen la representación de unos cúmulos de los que emerge la Cabalgata de las Valquirias; deslumbra su gran claraboya, como un gran sol con forma de esfera invertida, de cristales dorados y rodeado de representaciones femeninas.

      

Un nuevo comienzo

El pasado 19 de septiembre pudimos disfrutar de nuevo todas esas sensaciones en el concierto de apertura y posterior fiesta de inauguración de la temporada 2012-13. El evento, en el que se dio cita gran parte del mecenazgo, instituciones y personalidades del sector, nos regaló una bella interpretación del Réquiem de Mozart escenografiada por la siempre original compañía Els Comediants.  Tras la velada musical, pudimos recobrar fuerzas e interactuar con los asistentes mientras degustamos un magnífico servicio de catering que no hizo sino reafirmarnos el saber hacer de su equipo a la hora de hacer del Palau de la Música el espacio singular que es.

Os animamos a que no os perdáis algunas citas ineludibles de esta año: la vuelta de la Filarmónica de Viena con dos de las cuatro sinfonías de Brahms, los debuts en el Palau de Lief Ove Andsnes, Rolando Villazón, Elina Garanca, o los conciertos con Zubin Mehta, René Jacobs, Marc Minkowski, Vladimir Ashkenazy o András Schiff, entre otros.

“El Palau es como una corona que te envuelve y te abraza” Montserrat Caballé

Muchas gracias.

El equipo de BCN Mapped Out

PD. Agradecemos todos vuestros comentarios

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